26 de enero de 2012

AQUI... TODOS PAGAN LO MISMO!!


Aquella tarde para aprovechar el dia libre me dedique a callejear sin rumbo fijo y por el simple placer de descubrir la ciudad a cada paso deambulando por las calles del casco viejo admirando los pequeños tesoros que siempre se esconden entre estrechas calles,  viejos portales y pintorescos comercios.

El paseo me llevo a las puertas de un presioso cafe que rezumaba historia a traves de cada piedra, cada elavorada columna, cada vieja silla, cada mesa de marmol, y toda la amplitud de la barnizada barra que acogia y arropaba a los parroquianos con un especial atractivo.

Daba gusto entrar en la fresca penumbra del local despues de la caminata a pleno sol veraniego. Me invadieron los aromas de añejo, de vino, vermuth y café acompañados del rumor de los pocos clientes que a esa hora se encontraban sentados compitiendo por ganar la baza de la partida de dominó mientras un joven camarero, con plateada bandeja bajo el brazo y vestido con chaquetilla blanca (como antaño en tiempos de nuestros abuelos!) no se perdia ni un movimiento.

Por un momento, olvidé por completo que estaba en tierras del Cantábrico y al preguntarme el muchacho que deseaba tomar, le conteste ".- Un Suau, por favor",refiriendome a un refresco a base de café, tipico del sur de Catalunya,  que en los calurosos dias de verano le habia visto tomarse a mi padre, evocando a sus propios recuerdos de infancia y que extrañamente aquel ambiente me incitó a emular y no pude por menos que pedir. Aquel pobre adolescente, que seguramente se sacaba un dinero con este trabajo veraniego, me miro extrañado y me pregunto frunciendo el ceño ".- Un.... ? que, ha dicho.....?". Riendome de mi mismo, por mi propia torpeza, le aclare ".- Perdona, es culpa mia... veras, es un refresco que tomaba mi padre cuando yo era pequeño, se hace con un café -un poco largo- hielo, azucar y sifón".

Al chico se le cambió la cara, y con una sonrisa respondió ".- Aaaah!... bien, enseguida, señor". Se dirigió a la barra y preparo el café en una de esas preciosas máquinas antiguas, de palancas de embolo, que realzaban aún más la sensación de estar en una pasada epoca, esperando ver entrar por la puerta giratoria a cualquier poeta de la generación del 27 para sentarse en animada tertulia.

Una vez me sirvio el café con un vaso lleno de hielos a parte y un sifón de aquellos de redecilla metalica (otra joya de anticuario), le pregunte cuanto le debia.

Por un momento el pobre camarero se quedo dubitativo y ante las dudas opto por girarse hacia la barra y preguntarle al encargado ( o propietario) del local a viva voz ".- Jefe!... ¿cuanto paga el "suau"?!..." Al momento salió por la puerta cubierta con una cortinilla de cuentas, que se encontraba detras de la barra dando acceso a una cocina  en plena ebullición y ajetreo de cazos y pucheros con aroma a cocido y tortilla de patatas, un orondo cocinero de ojos saltones con enormes bolsas en los parpados, descomunal papada y un labio inferior desmedido que  me recordo algo a un besugo, vestido con un sucio delantal y secandose las manos en un trapo, que quizas en algún momento fue blanco e inmaculado, y con cara de asombro e incredulidad por la extraña ocurrencia del chaval, vocifero ".- SUDAOS, SECOS O DUCHAOS, ...AQUI TODOS PAGAN LO MISMO!!"

(lo admito, yo fui el culpable.... pero como me rei!!)



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