20 de enero de 2012

Gin & Golf

Flotaba el hilo musical con sutileza, para no romper el plácido silencio de los cuatro o cinco lectores que se encontraban ente las grises fotográfias enmarcadas de antiguos miembros del club de golf.

 Aquellos sobrios sillones tapizados de cuero viejo, las paredes forradas de madera, la suave luz que atravesaba los ventanales decorados con pesadas cortinas y la mullida moqueta que amortiguaba los pasos como si se andara entre algodones y todo envuelto con ese aroma a madera barnizada mezclado con el perfume del café y el cognac daban una cierta sensación de paz y perfección.

La tarde era tranquila y sin demasiado ajetreo, un par de  cafés ".- ...pero que sean bien ristrettos, ¿eh?"... quizas algún cognac francés servido con calma y con el cuidado de calentar lo sufiente la copa... otro Malta de 18 años ("...ya lleva cinco! menuda cogorza debe tener?...")... y un par de gintónics bien trabajados...

Los clientes habian buscado cada uno una mesa separada de las demas para mantener su privacidad dentro del espacio común del salón,  y comodamente recostados entre los mullidos cojines, leian tranquilamente algún libro o  los periodicos con toda parsimonia y en el más absoluto silencio, solamente interrumpido por el monotono rasgar de las hojas al pasarlas, o quizas, el tintineo de las tazas de café y vasos cuando los secaba y recolocaba en la barra, cuando en un instante, toda esa paz se truncó con la rapidez de un rayo !!

Un estruendo de cristales rotos me hizo reaccionar, girandome con rapidez hacia mi novato e inexperto compañero, creyendo que ya habria hecho pedazos media cristaleria. Lo vi agachado recogiendo los restos de lo que se suponia que era la copa de un Gintónic aderezado con twist de lima, limón y naranja, mientras el empapado cliente, sentado aún frente a la cristalera que se abria al campo de juego, procuraba secarse con las páginas del periodico. Salí de la barra, apresurado, con la intención de ayudarle y excusarme por la terrible torpeza de mi ayudante ( al que pensaba aleccionar en privado en el office) cuando me percate de mi error, al ver el agujero que tenia la cristalera y la pelotita blanca que sostenia el muchacho entre dos dedos y me mostraba en silencio con cara asustada, a modo de justificación.  


Al parecer, algún jugador (mucho más torpe e inexperto aún) no supo diferenciar el "Hole" del "Hall" a la hora de embocar desde el "Tee", atravesando la cristalera en el preciso instante en que el camarero sostenia la copa en alto para servirla, haciendo diana y por consiguiente, la inesperada ducha del socio y el susto morrocotudo del pobre muchacho.


Indique al tembloroso ayudante que se retirara al office para fumarse un cigarrillo y recobrar la calma mientras trataba de ayudar al caballero. ".- Cuanto lo siento señor! si puedo hacer algo..." balbucee, a lo que me contesto con toda la flema britanica ".- Si es tan amable, le agradeceria una toalla seca".


(calma,... ante todo mucha calma)